Quería probar el óleo, me habían dicho que era más rico que el acrílico. Es cierto. Ideal para probarlo era esta viejita maléfica que se me metió en la cabeza.
El proceso: armarse de paciencia, pintar otro cuadro paralelamente con acrílico para ir de a poco con éste (si queda bien se los muestro, pero va MAL) . Sin planificación, dibujé en la tela y rellené.
Tiempo después, pude agregar detalles, el pelo y sombrear más las redondeces de la cara. Definir los pequeños ojos y su posición fue lo más difícil.
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Faltaba ensangrentar el cuchillo, manos y cara. Y oscurecer el fondo. ¡Viva el óleo!